Diego Roel

El agua y la primera luz

¿Y la

triste voluta

del encuentro?

XVII

¿Y la triste voluta del encuentro?

¿Se disipó en el agua, en los meandros

del aire, en la espiral de la ceniza?

XVIII

Me revelas el secreto del día,

me traes una cesta llena de frutos:

erizos de mar y brotes de bambú,

semillas y bayas de enebro.

Vienes cubierta de musgo y de pasto:

de hojas de palmera es tu carruaje.

XXIX

Como la luz de la aurora llegas.

Todo lo que tocas se transforma.

XXX

A la manera de Issa también lo digo:

cuando no estás aquí,

los días y las noches

son sólo los días y las noches.

XXXI

Cuando no estás aquí,

la rosa, el crisantemo,

son sólo flores.

XXXII

¿Y la luna en los bambúes?

¿Y el signo de las grullas?

XXXIII

Si prendidos estamos a la misma estrella,

si entonamos juntos la misma canción,

entonces no luches, no rompas todavía

la tela del tiempo.

XXXVII

En tiras de papel de cinco colores

dibujaste tu tejado cubierto de nieve.

¿Qué nos traerá el año nuevo?

Con varillas de mimbre escribiste

el nombre de los antiguos amantes.

¿Traerá ventura la nueva estación?

Creo que se puede construir un poema de dos maneras: a la manera del alfarero o a la manera del escultor. O, simplificando, a la única manera del escultor, pero usando dos métodos de trabajo. Me explico: añadiendo barro o quitando material; utilizando las manos desnudas o usando la gubia o el cincel; acariciando o golpeando. Añadir materia poco a poco, poner capas sobre capas hasta dar con la forma; quitar material, devastar, buscar los huecos para, también, encontrar la forma precisa. Al final se trata de buscar la luz que queda entre los átomos para dar a luz la forma deseada o la forma buscada. O la forma encontrada. El azar de la búsqueda como el azar de la vida.

El agua y la primera luz (luz en movimiento, luz quieta, luz estancada, luz revuelta; agua y luz, tan unidas siempre), recurriendo a lo primordial (el agua, la luz) apuesta por quitar, por ir quitando, hasta el definitivo encuentro con la forma. Pero la forma, que puede tener la consistencia de una piedra, también puede tener la consistencia del agua: sólido o líquido; quietud o movimiento; permanencia o cambio. Formas que se encuentran en la disgregación de la espuma en una ola o en el filo duro del pedernal.

La estética oriental (pongamos, el haiku) que apuesta por quitar, por la esencia, de alguna forma, está en este libro. No en cuanto a la medida (que medir es cosa de matemáticos y de agrimensores), sí en cuanto a las transparencias, en cuanto a los perfumes que se deshacen cuando alcanzan la membrana pituitaria.

También la busqueda del amor en su resolución está en este El agua… El amor como presencia y ausencia (quitar o poner, otra vez); como roce y como sentido; como luz que todo lo puede impregnar y todo lo puede diluir, como aquella “aqua regia” que los alquimistas persiguieron para diluir la materia bruta y transformarla en materia pura (como metáfora también de una purificación interior).

Escritura esencial, ésta de Diego Roel, tan bella y tan frágil como una copa de cristal finísimo que resonara llena de agua transparente. Como unos átomos que trazaran sus círculos veloces en la quietud de un aire detenido en la siesta. Un libro bello como una mariposa muerta. Que nadie toque sus alas para que los dedos no se lleven ese polvillo que hace posible la fugaz impresión del vuelo, color en el calor de la tarde.

Teo Serna

DIEGO ROEL (Temperley, Argentina,1980) ha publicado Padre Tótem/ Oscuros umbrales de revelación (Libros de Tierra Firme, 2004; El Mono Armado, 2012), Diario del insomnio (Libros de Tierra Firme, 2005; detodoslosmares, 2013), Cuaderno del desierto (Libros de Tierra Firme, 2007), Las variaciones del mundo (El Mono Armado, 2010; detodoslosmares, 2014), Los Jardines del Aire (El Mono Armado, 2012), Dice Jonás (El mono Armado, 2015), Vía Lucis (Ediciones del Dock, 2015), Kyrios (detodoslosmares, 2016; Sirga, 2016), Las intemperies del mar (detodoslosmares, 2017), Shibólet (Griselda García editora, 2018), Kadosh (detodoslosmares, 2019), El infierno es una bestia callada y triste (detodoslosmares, 2020), Pampero (editorial Palabrava, 2022) y Andréi Rubliov (Premio Alegría 2020 del Ayuntamiento de Santander, Ediciones Rialp, colección Adonáis, Madrid, 2020).

Un jurado presidido por Victor García de la Concha e integrado por los poetas y narradores Gioconda Belli, Antonio Colinas, Aurora Egido, María Negroni, Juan Antonio González Iglesias, Carme Riera, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena y Reiniel Pérez Ventura, le concedió el “Premio Internacional Loewe de Poesía 2023” por su libro Los cuadernos perdidos de Robert Walser. El libro fue editado por la editorial Visor (España) en marzo de 2024.

Ha colaborado en numerosas publicaciones tanto en Argentina como en el exterior.

Reside en la ciudad de Posadas.

Publicado el 27/07/2025