Nuno Judice

Cómo se hace el poema

Traducción de Lauren Mendinueta

Desde la publicación La noción de poema (1972), Júdice ha desarrollado en su poesía un conjunto de líneas temáticas principales entre las que sobresalen la escritura de poemas sobre el poema, el amor, la mujer amada, las metáforas del campo y sus trabajos aplicados a la creación del poema y ciertos recuerdos de las épocas más tempranas de su vida. Estos temas forman en su conjunto un auténtico retrato de la sociedad portuguesa, a caballo entre el siglo XX y el XXI. La pregunta principal de su poesía sería esta: ¿qué es el poema?, entendiendo el poema como un objeto vivo que perdura en la mente del lector. «La poesía que muere una vez leída, esa poesía seca, formal, que es un objeto interesante, pero no pasa de eso, no me interesa», ha declarado en varias ocasiones. «El poema tiene que dirigirse al lector como algo esencial y transformarlo, hacerle ver las cosas de otra forma», agrega Júdice.

Lauren Mendinueta

Nueva teoría de la literatura

¿Qué es la literatura? No es apenas esa vibración

que veo en tus ojos y me obliga a describir

las oscilaciones de su color en un instante, entre la mañana

y la tarde, cuando la primavera te contamina con su

luz; ni la risa que tus labios me devuelven

en el ciclo de marea en que todos los acantilados

me conducen a ti. Puedo decir que la literatura

es todo, y es la nada que alimenta ese todo cuando

nos sentamos a la orilla del ser, y el amor nace de su

circunstancia; o puede ser la sombra que la muerte

esconde, en un azar de invierno, para que las palabras

que digo la liberen de su olvido. La literatura

es una memoria de aceitunas y naranjas en el verano

de la infancia; es la caída del viejo, cuando el otoño

se aproxima, y la repentina certeza de que una silla

quedará vacía en el atrio de la casa; es tu cuerpo en mí,

completando recuerdos y libertando imágenes; es

la mesa llena en el instante de la vida, con

sus platos llenos de sueño y los vasos

a rebosar con el rumor transparente del tiempo. No

es preciso aprenderla; alimentarla de casualidades,

se mueve con las alas del silencio; canta con

la música de un movimiento amado. La encuentro

cuando no la espero, y voy a su encuentro

cuando tu mirada se cruza con la mía. Está

aquí, en cada paso que doy, dura y frágil como

la flor del campo que se renueva cuando la cogemos

y vive para siempre en la mano que la ofrece.

Poesía

Este árbol entró en mi cuerpo con sus raíces

de fuego; me devoró el alma con sus ramas encendidas de

inspiración; corroyó cada rincón de mi ser con las

hojas blancas de su ansia; y en cada primavera dio

la flor más inesperada con la música de sus pétalos,

y el brillo de la imagen que se abre cuando la mirada

procura el centro de la corola. Es un árbol que no se seca

ni precisa de agua; que no pierde las hojas ni las flores

a pesar de inviernos y otoños; que comparte el día

con la noche, cuando procuro su sombra, y es su luz

la que me llena. Podía ser un árbol de aire libre, pero

también crece en los cuartos más oscuros, en las salas

donde se acumula el humo y la respiración de quien vive,

en los sótanos donde la luz no entra. Le cortan en vano las

raíces: en vano intentan apagar su fuego: nace de ser

el humus que lo alimenta; corre en las venas la savia

que lo recorre. Mas no crece solo; es en ti donde

encuentra su tierra más fértil, en el frío del invierno,

el aire que lo envuelve, cuando tu ausencia lo asfixia,

el agua que sus flores beben, en la aridez del estío. Tú,

con tus dedos de yedra, tus labios de polen,

y el dulce musgo de palabras con que envuelves

su tronco. Árbol compartido, abrigando aves del amor,

dejo que tus ramas se extiendan sobre nosotros,

con su canto de nube, o su eco de bosque.

Verbo

Pongo las palabras encima de la mesa; y dejo que se

sirvan de ellas, que las partan en tajadas, sílaba a

sílaba para llevárselas a la boca, donde las palabras

vuelven a pegarse para caer otra vez sobre la mesa.

Así conversamos los unos con los otros. Intercambiamos

palabras, y robamos otras palabras, cuando no las

tenemos; y damos palabras cuando sabemos que están

de más. En todas las conversaciones sobran las palabras.

Pero hay palabras que quedan sobre la mesa cuando nos

vamos. Quedan frías, con la noche; si una ventana se

abre el viento las empuja al piso. Al día siguiente

la mujer del servicio ha de barrerlas como basura.

Por eso, cuando me voy, verifico si quedaron

palabras sobre la mesa; y las meto en mi bolsillo sin que nadie

se dé cuenta. Después, las guardo en la gaveta del poema.

Algún día, estas palabras han de servir para alguna cosa

Poema

Las cosas más simples las oigo en la pausa

del viento, cuando un simple batir de lluvia en los

cristales rompe el silencio de la noche y su ritmo

se sobrepone al de las palabras. A veces es una

voz cansada que repite incansablemente

lo que la noche enseña a quien la vive; otras

veces corre, apresurada, atropellando sentidos

y frases como si quisiese llegar al final, más

rápido que la madrugada. Son cosas simples

como la arena que se agarra, y se escurre por

entre los dedos mientras los ojos procuran

una línea nítida en el horizonte; o son las

cosas que súbitamente recordamos, cuando

el sol emerge en una breve rasgadura de nube.

Éstas son las cosas que pasan cuando el viento

se queda; y son ellas las que intentamos recordar, como

si las hubiésemos oído y el ruido de la lluvia en los

cristales no hubiese apagado su voz.

Para escribir el poema

El poeta quiere escribir sobre un pájaro:

y el pájaro huye de su verso.

El poeta quiere escribir sobre la manzana:

y la manzana se cae de la rama donde la puso.

El poeta quiere escribir sobre una flor:

y la flor se marchita en el jarrón de la estrofa.

Entonces, el poeta hace una jaula de palabras

para que el pájaro no huya.

Entonces, el poeta llama a la serpiente

para que convenza a Eva de morder la manzana.

Entonces el poeta pone agua en la estrofa

para que no se marchite la flor.

Pero un pájaro no canta

cuando lo encierran en una jaula.

La serpiente no sale de la tierra

porque Eva teme a las serpientes.

Y el agua que debía mantener viva la flor

se escurre por entre los versos.

Y cuando el poeta abandonó la pluma

el pájaro comenzó a volar,

Eva corrió a través del pomar

y todas las flores nacieron de la tierra.

El poeta volvió a tomar su pluma,

escribió lo que había visto

y el poema quedó hecho.

_________

NUNO JÚDICE (Mexilhoeira Grande, Portugal, 1949), licenciado en la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa y doctorado en 1989 por la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nova de Lisboa, con una tesis sobre literatura medieval titulada El espacio del cuento en el texto medieval. Se desempeñó como docente universitario entre 1976 y 2015. En los cincuenta años de actividad literaria que han pasado desde la publicación de su primer libro, La noción de poema (1972), su poesía ha sido reunida en dos ocasiones en portugués: en 1991 bajo el título Obra poética (1972-1985); y en 2001, con el título Poesía reunida (1997-2000). Recibió en 2013, por el conjunto de su obra, el XXII premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y, en 2014, el premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval. En español, ha publicado Cómo se hace un poema. Antología poética (1972-2022) (Barcelona, Animal Sospechoso, 2022).

LAUREN MENDINUETA (Barranquilla, Colombia, 1977), poeta y traductora del portugués, ha publicado una docena libros, entre poesía, ensayo y biografía. Entre sus títulos de poesía, cabe mencionar Inventario de ciudad (1998), Autobiografía ampliada (2006) o La realidad alterada (México, 2018). En España ha obtenido distintos premios por los libros La vocación suspendida (2007, premio Martín García Ramos), Del tiempo, un paso (2011, premio César Simón). En Colombia, ha recibido el premio Nacional de Ensayo y Crítica de Arte del Ministerio de Cultura (2011) y el premio de poesía Barranquilla Capital Americana de la Cultura por su libro Una visita al Museo de Historia Natural (Animal Sospechoso, 2021). Actualmente reside en Lisboa, donde desarrolla una activa labor de difusión de la poesía colombiana, con títulos como Un país que sueña. Cien años de poesía colombiana (2012) o Los versos del navegante: antología poética de Álvaro Mutis (2013).

Publicado el 20/10/2022

Nova teoria da literatura

O que é a literatura? Não é apenas essa vibração

que vejo nos teus olhos, e me obriga a descrever

as oscilações da sua cor no instante entre a manhã

e a tarde, quando a primavera te contamina com a sua

luz; nem o riso que os teus lábios me devolvem,

no ciclo de maré em que todas as falésias

me conduzem a ti. Posso dizer que a literatura

é tudo, e é o nada que alimenta esse tudo quando

nos sentamos à beira do ser, e o amor nasce da sua

circunstância; ou pode ser a sombra que a morte

esconde, num acaso de Inverno, para que as palavras

que digo a libertem do seu esquecimento. A literatura

é esta memória de azeitonas e laranjas no verão

da infância; é a queda do velho, quando o Outono

se aproxima, e fico a saber que em breve uma cadeira

ficará vazia no átrio da casa; é o teu corpo em mim,

completando memórias e libertando imagens; é

a mesa cheia no instante da vida, com

os seus pratos a transbordar de sonho e os copos

cheios com o rumor transparente do tempo. Não

é preciso aprendê-la; alimenta-se de acasos,

move-se com as asas do silêncio; canta com

a música de um movimento amado. Encontro-a

quando não a espero; e vou ao seu encontro

quando o teu olhar se cruza com o meu. Está

aqui, em cada passo que dou, dura e frágil como

a flor do campo, que se renova quando a colhemos,

e vive para sempre na mão que a oferece.

Poesia

Esta árvore entrou no meu corpo, com as suas raízes

de fogo; devorou-me a alma, com os ramos acesos da

inspiração; corroeu cada recanto do meu ser, com as

folhas brancas da sua ânsia; e em cada primavera deu

a flor mais inesperada, com a música das suas pétalas,

e o brilho da imagem que se abre quando o olhar

procura o centro da corola. É uma árvore que não seca,

nem precisa de água; que não perde folhas e flores,

apesar de invernos e outonos; que partilha o dia

com a noite, quando procuro a sua sombra, e é a sua luz

que me enche. Podia ser uma árvore de ar livre; mas

também cresce nos quartos mais obscuros, nas salas

onde se acumula o fumo e a respiração de quem vive,

nas caves onde a luz não entra. Cortam-lhe em vão as

raízes; em vão tentam apagar o seu fogo: nasce do

ser o húmus que a alimenta; corre nas veias a seiva

que a percorre. Mas não cresce sozinha; e é em ti que

encontra a sua terra mais fértil, no frio do inverno,

o ar que a envolve, quando a tua ausência a asfixia,

a água que as suas flores bebem, na aridez do estio. Tu,

com os teus dedos de hera, os teus lábios de pólen,

e o doce musgo de palavras com que envolves o seu

tronco. Árvore partilhada, abrigando as aves do amor,

deixo que os seus ramos se estendam sobre nós,

com o seu canto de nuvem, e o seu eco de floresta.

Verbo

Ponho palavras em cima da mesa; e deixo que se

sirvam delas, que as partam em fatias, sílaba a

sílaba, para as levarem à boca – onde as palavras se

voltam a colar, para caírem sobre a mesa.

Assim, conversamos uns com os outros. Trocamos

palavras; e roubamos outras palavras, quando não as

temos; e damos palavras, quando sabemos que estão a

mais. Em todas as conversas sobram as palavras.

Mas há as palavras que ficam sobre a mesa, quando nos

vamos embora. Ficam frias, com a noite; se uma janela se

abre, o vento sopra-as para o chão. No dia seguinte, a

mulher a dias há-de varrê-las para o lixo.

Por isso, quando me vou embora, verifico se ficaram

palavras sobre a mesa; e meto-as no bolso, sem ninguém

dar por isso. Depois, guardo-as na gaveta do poema.

Algum dia, estas palavras hão-de servir para alguma coisa.

Poema

As coisas mais simples, ouço-as no intervalo

do vento, quando um simples bater de chuva nos

vidros rompe o silêncio da noite, e o seu ritmo

se sobrepõe ao das palavras. Por vezes, é uma

voz cansada, que repete incansavelmente

o que a noite ensina a quem a vive; de outras

vezes, corre, apressada, atropelando sentidos

e frases como se quisesse chegar ao fim, mais

depressa do que a madrugada. São coisas simples

como a areia que se apanha, e escorre por

entre os dedos enquanto os olhos procuram

uma linha nítida no horizonte; ou são as

coisas que subitamente lembramos, quando

o sol emerge num breve rasgão de nuvem.

Estas são as coisas que passam, quando o vento

fica; e são elas que tentamos lembrar, como

se as tivéssemos ouvido, e o ruído da chuva nos

vidros não tivesse apagado a sua voz.

Para escrever o poema

O poeta quer escrever sobre um pássaro:

e o pássaro foge-lhe do verso.

O poeta quer escrever sobre a maçã: e a maçã

cai-lhe do ramo onde a pousou.

O poeta quer escrever sobre uma flor:

e a flor murcha no jarro da estrofe.

Então, o poeta faz uma gaiola de palavras

para o pássaro não fugir.

Então, o poeta chama pela serpente

para que ela convença Eva a morder a maçã.

Então, o poeta põe água na estrofe

para que a flor não murche.

Mas um pássaro não canta

quando o fecham na gaiola.

A serpente não sai da terra

porque Eva tem medo de serpentes.

E a água que devia manter viva a flor

escorre por entre os versos.

E quando o poeta pousou a caneta,

o pássaro começou a voar,

Eva correu por entre as macieiras

e todas as flores nasceram da terra.

O poeta voltou a pegar na caneta,

escreveu o que tinha visto,

e o poema ficou feito.