Albor
De viva voz
©Dave Bradley
Desde abril del 2013, vienen celebrándose los encuentros Albor, organizados por Sandra Pareja, en Barcelona (España). En cada uno de ellos, tres autores invitados leen una selección de su obra en un lugar escogido de la ciudad. Albor publica un cuaderno o plaquette que recoge todos los poemas leídos en cada ocasión. Los encuentros están dedicados alternativamente a la poesía y a la narrativa. La presente selección de Mecanismos es una breve muestra de algunos de los poetas invitados entre el 7 de abril del 2013, en el bar Glaciar, y el 19 de noviembre de 2015, en el Pipa Club.
Juan Antonio Masoliver Ródenas
(Barcelona, 1939)
Estoy esperando en un bar destartalado
de mi pueblo, sufriendo
por mí y por los que me rodean.
Estoy y escribo porque no sé qué hacer
con el tiempo. Pienso en los amigos
tristes, muertos, abandonados
por sus mejores mujeres. Pienso
en los problemas de álgebra
en la pizarra de los escolapios
que nunca entenderé
como nunca entiendo casi nada,
y siento en el corazón un dolor
como el que sentí en la infancia.
No se acaba nunca el tiempo.
No se acaba nunca el mar
en mis ojos. Y el amarillo
efímero de las mimosas, el polen
como una lluvia, la fecundidad
de los vientres
en el mes de mayo. Arde
el mar, oigo cómo crepita,
oigo, sin escucharlas,
las palabras que escribo y que no veo.
Lucía, que es un nombre que he inventado,
se bajó las bragas
y yo dormí en sus nalgas,
las amé de rodillas,
fueron altar y bosque.
Luego el espejo se rompió
y ahora estoy saciado
de vacío, sin más tiempo
que la escoria del pasado,
los tristes gemidos del futuro.
Y en el bar, los ancianos
juegan al dominó, pierden
y vuelven a jugar y a perder
como en los días de la infancia.
Chantal Maillard
(Bruselas, 1951)
ser pájaro.
Cual considerando.
Andar desnudo. Las heridas
cauterizadas por el aire.
Entre las plumas, disimuladas.
Cuerpo sin carga, movimiento.
Ser de vuelo. Ser
pájaro. Tener por límite tan sólo
la helada imprevista o la bala o
el ansia de la carne
por otra carne ajena...
Presagiando la urgencia de
las migraciones, Cual.
Aleteo.
Un rumor
de horizonte en el pulso
batiendo.
Ana Nuño
(Caracas, 1957)
Como el olvido,
el recuerdo es inútil:
mejor estar de paso
en el suspendido paisaje,
tender la piel sobre el río
y ocupar el lugar de los arcos
cómplices,
tu nostalgia combada.
Ramon Dachs
(Barcelona, 1959)
Poemes mínims
de nit
pel camp
florit
de noche / por campos / en flor
llavis
beuen
llavis
labios / beben / labios
transeünts
parcel·lant
territori
transeúntes / parcelando / territorio
Edgardo Dobry
(Rosario, 1962)
Pizza Margarita
Ce qui est ferme est par le temps détruit,
Et ce qui fuit, au temps fait resistance.
Joachim du Bellay
El once de junio de mil ochocientos ochenta y ocho
Margarita de Saboya, primera reina de Italia unificada,
llegó a Nápoles en visita solemne.
Rafaele Esposito, cocinero del palacio
real de Capodimonte,
creó en su homenaje una pizza
con los colores de la flamante bandera:
blanco (la muzzarela), rojo
(los tomates) y verde (la albahaca).
Dichosa reina de una nación
recién unida en Estado:
no inmortalizada en duro bronce
sino en crujiente engrudo.
Tu recuerdo no es cosa de eruditos:
millones de hambrientos te invocan cada día.
Y mientras se arruinan los palacios
y nadie molesta el sueño de los versos
vive tu nombre en la perpetua deglución.
Aurelio Major
(Freedonia, 1963)
Jaspeado
Glory be to God for dappled things...
G.M. Hopkins
No me froto los ojos
para mirar y creer después
ni creer primero para ver
o siquiera detener
el aliento,
sino para lastrarme
hasta el hollín
del cieno ya revuelto
entre fosfenos abisales,
plumaje de pavo real
o nimbos o letras o muertos,
para que al flotar de regreso
el loto de los párpados
hasta la superficie de esta hoja,
todo huya,
todas aquellas cosas se confundan,
en el tajo.
David Cassasas
(Barcelona, 1975)
De leyes internas
de todas las cosas
llovemos hilillos,
hilillos de plata;
relámpago fino,
chillido cetáceo,
lluvia transeúnte:
llovemos basalto.
De mano envoltorio,
de mano tenaza,
llovemos hollín,
calamar cucaracha;
la tarde hecha añicos,
–aceite estuario–,
llovemos partículas:
cremallera de agua.
Plano de la sal,
coágulo extraño,
llovemos tintura:
las leyes del cambio.
Cáscara de nuez,
caminos lejanos,
llovemos materia:
juntura retablo.
José Manuel Hernández
(L’Hospitalet de Llobregat, 1977)
De vita nuova
Microrrelatos, experiencias de frontera,
los años ochenta del siglo pasado renuevan
sus vistas en un barrio de sureños.
Allí, la convexa curvatura de un popular poema
remendaba las ansias de los niños por un cuento;
el gesto campesino de los viejos,
en peñas béticas de un mundo paralelo,
acariciaba los rasgos de un semblante
huido de olivares y algarrobos.
Flamenco de taberna, a ras de suelo,
limpiadores de botas, afilador que envuelve
con su eco la multitud de obreros:
son ellos los que salen de la boca de un metro
fumándose canciones del progreso.
Júlia de Carvalho Hansen
(São Paulo, 1984)
XVIII
Saber de las cosas no sé
no. Tanto
que tu voz entrecortada por el viento
parte en rayo
cúbicos de piel
manos, huesos, rastros
para indicar el camino
no tengo planos
dones en los bolsillos,
no. Sólo raíces.
El rayo abre
el tronco en dos.
De la mitad árbol
nace un dios
de patas firmes.
Dulce caballo, pido
con tu lengua impura
por donde pasar
teje y cicatriza
el follaje, temblor.
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XVIII
Saber das coisas não sei
não. Tanto
que tua voz entrecortada pelo vento
parte em raio
cúbicos de pele
mãos, ossos, rastros
pra indicar o caminho
não tenho planos
dons nos bolsos,
não. Só raízes.
O raio abre
o tronco em dois.
Da metade árvore
nasce um deus
de patas firmes.
Doce cavalo, peço
com a tua língua impura
por onde passar
tece e cicatriza
a folhagem, tremor.
Lola Nieto
(Barcelona, 1985)
dicen que si a una planta se le suministra una cantidad pequeña de sal, la planta no sólo no muere sino que es capaz de cambiar su metabolismo de modo que cuando, más tarde, se le suministran cantidades mayores de sal, el veneno se asimila como sustancia propia y la planta sobrevive. Las plantas no tienen cerebro. Tienen raíces -¿sinapsis en los pies? A veces ni eso. Viven flotando en aguas o en piedras flotan más quietas. A veces ni eso. Se ovillan en el aire y sólo se abren al estímulo de la gota para hacerse bola de nuevo. Hibernan o no sé. Están vivas aunque no tengan hojas y sean un nido de ramitas marrones pero sin nada dentro. Casi vivas. Vida planta. Espero convertirme en árbol o morir.
Sandra Pareja
(Toronto, 1985)
Cadencia
El silencio aún no es, todavía
una canción perdida en una danza infinita.
Me tragaría lenguas
y vertería el polvo del eco
sin descanso en cada ola.
Desmenuza la fe y la incredulidad,
migas que hay que volver a juntar.
Te deja estar en algún sitio,
devuelve esperanza y memoria
en pequeñas dosis, y luego habla.
Ni persona, ni lugar, ni cosa.
Un sueño ebrio, desafinado.
_ _ _ _ _
Cadence
Silence is not still, yet
a song lost in an infinite dance.
It would swallow tongues
and pour the echo’s dust
relentlessly into every wave.
Shatters faith and disbelief,
crumbs to piece back together.
It lets you stand somewhere,
give hope and memory back
in bitter doses, and then speak.
Neither person, place, thing.
Drunk on dream, off-key.
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Los encuentros Albor se celebran en Barcelona desde el 7 de abril del 2013. Están organizados por la escritora y agente literaria Sandra Pareja en colaboración con el poeta y editor Juan Pablo Roa .
La presente antología recoge poemas de los siguientes autores:
JUAN ANTONIO MASOLIVER RÓDENAS (Barcelona, 1939)
CHANTAL MAILLARD (Bruselas, 1951)
ANA NUÑO (Caracas, 1957)
RAMON DACHS (Barcelona, 1959)
EDGARDO DOBRY (Rosario, 1962)
AURELIO MAJOR (Freedonia, 1963)
DAVID CASSASAS (Barcelona, 1975)
JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ (L’Hospitalet de Llobregat, 1977)
JÚLIA DE CARVALHO HANSEN (São Paulo, 1984)
LOLA NIETO (Barcelona, 1985)
SANDRA PAREJA (Toronto, 1985)
© El copyright de todos los textos publicados es propiedad de los autores.
Publicado el 24/05/2016