Eva Tur
Planeta tigre
El volumen de Eva Tur ofrece un refugio planetario a partir de la imaginación infantil, que crea maravillas antes de que la Inocencia se convierta en Experiencia, los dos polos humanos que Blake quiso retratar en un trabajo visionario que pretendía conseguir la coincidentia oppositorum o fusión de contrarios. Planeta Tigre contiene una treintena de poemas que destacan por la creación atmosférica y por unas estrofas de carácter aforístico que encajan en un curioso juego verbal y climático en el que el duelo y el dolor acaban llegando hasta la confluencia de la luz y la esperanza. Desde esta perspectiva, se trata de un libro alquímico que transforma la herida en oro. Por el camino, poemas que defienden la esencia ultralocal de Ibiza, su paisaje, pero también el ideolecto de la autora. El volumen es un testimonio, y también un ataque, a la devastación de la isla a causa de la especulación y el turismo. Ya dijo Pier Paolo Pasolini que la poesía es, seguramente, el último reducto que queda contra el horror del Capitalismo y su voracidad caníbal. En un verso clarividente, Tur propone regresar al «día cero» para que todo comience de nuevo y enmendar el desbarajuste. Al igual que una balada suicida, Planeta Tigre es también un homenaje a Sylvia Plath o Anne Sexton. Su secreto de aliento apocalíptico es el preámbulo imprescindible antes de que renazca por completo el Ave Fénix, muy probablemente con plumas atigradas. El libro es un viaje simbólico imbuido de sensibilidad y sabiduría.
Jaume C. Pons Alorda
Paseo botánico
Cómo anhelo que me quieras:
como un martes
que me viniste a buscar
y yo no tenía ganas, pero
dijiste: «Va, anímate,
que te hallaré un remedio
contra las larvas».
Y cruzamos un topónimo escondido
para alcanzar la duna. La planta que
–dijiste– deseabas estudiar,
masticaba pestañas, olía a paloma muerta.
Era tierna. Huesos frágiles y ovarios desgarrados.
Se inclinaba hacia el sol. Martes
al mediodía. No quisiste arrancarla.
La dejaste enraizar.
Invernadero
Jamás habíamos visto nevar. La noche
en que cayeron los copos primigenios,
nos acercamos al río.
El hielo se fundía si rozaba tu cara.
Tú tenías escarchadas las pestañas
como los bosques antárticos.
Seguimos el atajo circular.
Nos guiaba el sonido de agua dulce
que acababa
en nuestra habitación.
Dada mi curiosidad por
las especies vegetales,
debía reconocer las sílabas del plancton
que recubría tu cuerpo
ese atardecer tan suave.
Veíamos la nieve que se hundía
creando islas
inapreciables a todos.
Oscurecía entre la lluvia de plumas de paloma,
entre tu pulso y mis muslos, a ritmo lento,
como el río detenido.
Sonámbula
Hay un valle secreto donde la luz quema incienso
Pau Furelos
Entre árboles de níspero que crecen
desde el hueso, de noche, cruzando bosques y huertos,
respiro
el olor a tierra viva.
Pero aún tiemblo
cuando aletea un pájaro.
Soy un animal cien veces amansado.
Me adentro en este valle
–¿qué nombre tendrá un claro en la tiniebla?–
donde observo
lo pequeño en el subsuelo:
el barro que ha provocado el rocío,
los pétalos de flores diminutas,
pisadas, las raíces de algarrobo...
Y encuentro la concha de un molusco,
tan alejada del mar.
Tengo una isla por árbol genealógico
y una cuerda de esparto
que me bordea el cuello.
Huellas tiernas
Si pude vislumbrar
el tigre blanco entre las matas,
fue por creer en él.
Porque lo había visto en los posos
de agua de todo bosque, bebida
a sorbos medicinales,
entre restos de brezo,
de olivarda y hierbaluisa.
Lo esperaba con la calma del caracol de mar.
Soy capaz de traducir paisajes y animales.
Tengo aún un alma de piel roja
y pecas en las caderas. Puedo contar
las alas de una chispa
o fragancias salvajes del solar.
Y no se me acabarán
los días de felinos.
Epifanía
Me pides si tal vez yo te podría
poner una lavadora
en un gesto de intimidad destripada
que percibo desnudo y cuesta abajo
ciertamente un
desangrarse absoluto.
Aunque sea sólo ropa de trabajo también tiene
las máculas de yema de huevo de la jaula.Tiene
la huella de la carne, relámpagos de gloria.
Está manchada
de cuando fui el boquete
por donde
se escurría la esperanza,
la guarida donde se curaban las angustias,
el consuelo de las santas que habitaban
el país de los lactantes,
la cocina de butano,
noches de cucharadas
de aspirinas infantiles y jarabes.
Me pides,
así, sin inmutarte,
que lave tus calzoncillos,
las chispas de piedad,
las galaxias de rencor bordada en los manteles,
los celos, las migas de tristeza en
los bolsillos que tendré que vaciar
antes de elegir bien
qué programa es adecuado,
si el de prendas delicadas
o el de catorce minutos,
es decir,
el tiempo en que cuaja una nevada,
el tiempo de guarecerse las babosas,
el tiempo de la siesta
de todas las idiotas
que no saben quererse y
se esconden en su concha y vacían los bolsillos
de la ropa del amante para después hacerle
la colada.
[Inédito]
The Cloud in her Room
No sé aún si esta noche nuestros cuerpos
compartirán la misma idea
o seremos
extraños sin consignas.
Y al despertar no sé
cómo
quebrarás mis infiernos
o mi incendiaria
manera de exponerme cruda
y calienta sobre la mesa fría
de disección
de todo aquel que me quiera explorar.
¿Conocerás el habla
de las bestias más puras?
[Inédito]
El hechizo
o historia que no llega a ser de amor
Es justamente así
plasma
un poema en el corazón
y eres poema y yo
que quiero vivir en el poema,
vivo ahora en el poema
en este mismo instante
en que lo creo todo. Me creo
que es esto lo que anhelo. Es tan
inmenso como un
pequeño amor
y tú que no
y yo, que vivo en el poema,
tengo acelerado el corazón. Tú
tranquilamente estático
dices te necesito
y sé que a veces tienes
un deseo
que se alza como una gloria
y sé que tú tampoco sabes
qué hacer con el deseo insoportable
cuando llega y yo no estoy
porque nos separa un mar.
Todo esto lo sé
por un poema fuente
que me habitaba ayer
y deposita hoy
un mensaje encriptado. Decía que sí,
que esto es
como un pequeño amor
pero que no,
que no tiene ni nombre ni día de llegada,
que sólo viene, va,
que volverá,
que se enciende y se apaga
y que es inevitable planear
como inútil tratar de decidir
ni plantar cara
a la poesía del deseo.
[Inédito]
_________
EVA TUR (Ibiza,1976) Estudió Filología Hispánica en la Universitat de Barcelona. Ha impartido clases de catalán y castellano. Ha participado con textos poéticos en diversas exposiciones y ha colaborado en recitales de poesía y conciertos en Baleares y Barcelona. Ha publicado relatos y poemas en revistas y antologías de Ibiza y Mallorca, así como también los cuentos infantiles Missatge a la deriva y Amistat còsmica (Miquel Costa editor) y el poemario Planeta Tigre (editorial Sloper). Ha comisariado el proyecto «Homenatge a la ceràmica d’ Anneliese Witt. Poesia i fang» formado per la exposición «Anneliese Witt. Poesia i fang» junto con la edición del libro del mismo nombre.
Publicado el 29/07/2023
Passeig botànic
Com vull que m’estimis:
com un dimarts
quan em vas venir a cercar
i jo no en tenia ganes
però vas dir: «Va, anima’t,
que et trobaré un remei contra els virons».
I vam creuar un topònim amagat
per arribar a la duna. La planta que
—vas dir— estaves estudiant
mastegava pestanyes, feia olor de colom mort.
Era tendra. D’ossos fràgils i ovaris esguerrats.
Girava cap al sol. Era migdia
d’un dimarts. No vas voler arrencar-la.
La deixares arrelar.
Hivernacle
Mai havíem vist nevar. La nit
quan van caure els primers flocs, els primigenis,
ens vam apropar al riu.
El gel es fonia si ens tocava les galtes.
Tu tenies gebrades les pestanyes
com els boscos antàrtics.
Seguírem la drecera circular.
Ens guiava la remor de l’aigua dolça
que acabava
dins la nostra habitació.
Atesa la meua curiositat
per les espècies vegetals,
havia de reconèixer les síl·labes del plàncton
que et recobria el cos aquell sol post tan suau.
Veiérem com la neu es submergia
formant illots
per a tots inapreciables.
Enfosquia entre la pluja de plomes de colom,
entre les meues cuixes i el teu pols, alentint-se,
com aquell riu aturat.
Somnàmbula
Hi ha una vall secreta on la llum crema encens.
Pau Furelos
Entre els nisprers que creixen des de l’os,
de nits, travessant boscos i horts puc respirar
l’olor de terra viva.
Però encara tremol per
l’aleteig d’algun pardal.
Som un animal domesticat cent voltes.
M’endins en una vall
—quin nom tindrà en la fosca una clariana?—
des d’on observ
la petitesa en el subsòl:
el fang que provoca la rosada,
els pètals de les flors més diminutes,
fonyades, les arrels d’un garrover...
I trob la closca d’un mol·lusc,
tan lluny del mar.
Tenc una illa per arbre genealògic
i un cordellí d’espars
que va vorejant-me el coll.
Fonyades tendres
Si vaig poder albirar
el tigre blanc entre les mates,
va ser per creure-hi.
Perquè l’havia vist en els ressòls
de l’aigua de tot bosc, beguda
a glops medicinals,
entre restes de cepell,
d’olivarda i d’herballuïsa.
L’esperava amb la calma d’un cornet.
Puc traduir paisatges i animals.
Tenc encara una ànima pèl-roja
i pigues als malucs. Puc comptar
les ales d’una espurna
o les olors feréstegues del tancó.
I no se m’acabaran
els dies de felins.
Epifania
Em demanes si tal volta jo et podria
posar una rentadora
en un gest d’intimitat esbudellada
que puc sentir despull i barda avall
talment un
dessagnar-se absolut.
Tot i ser roba de feina també té
les taques de rovell d’ou de la gàbia. Té
la petjada de la carn, rampells de glòria.
Està sollada
de quan jo era el forat
per on
s’escolava l’esperança,
el cau on es guarien les angúnies,
el consol de les màrtirs que habitaren
la terra dels nadons,
la cuina de butà,
les nits de cullerades
d’aspirines infantils i de xarops.
Em demanes
com si res
que et renti els calçotets,
les espurnes de pietat,
les galàxies de rancúnia brodada en estovalles,
gelosies, esfrimolades de tristesa a
les butxaques que hauré de buidar
abans d’escollir bé
quin programa és adient,
si el de prendres delicades
o el de catorze minuts,
això és,
el temps en què colla una nevada,
el temps de refugiar-se dels caragols,
el temps de migdiada
de totes les babaus
que no en saben d’estimar-se i
s’amaguen a la closca i buiden les butxaques
de la roba de l’amant abans de fer-li
la bugada.
[Inédito]
The Cloud in her Room
No sé encara si anit els nostros cossos
compartiran una mateixa idea
o serem
estranys sense consignes.
I a l’endemà no sé
com
trencaràs els meus inferns
ni la meua incendiària
manera d’exposar-me crua
i calenta sobre la taula freda
de dissecció
de qui em vulgui explorar.
Coneixeràs la parla
de les bèsties més pures?
L'encanteri
o història que no arriba a ser d’amor
És talment així
plasma
un poema al cor
i ets poema i jo
que vull viure en el poema,
visc ara en el poema,
en aquest mateix instant
jo m’ho crec tot. Em crec
que vull això. És tan
immens com un
petit amor
i tu que no
i jo, que visc en el poema,
tenc el cor accelerat. Tu
tranquil·lament estàtic
però em dius et necessit
i sé que a voltes tens
un desig
tan gros com una glòria
i sé que tu tampoc no saps
què fer-ne amb el desig insuportable
quan arriba i jo no hi som
perquè ens separa un mar.
Tot això ho sé
per un poema font
que m’habitava ahir
i avui em deixa
un missatge encriptat. Deia que sí,
que això és com un
petit amor
però que no,
que no té nom ni dia d’arribada,
que només ve, se’n va,
que tornarà,
que s’encén i s’apaga
i que és inevitable planejar
com inútil provar de decidir
ni plantar cara
a la poesia del desig.