Catherine Pozzi

El vino perdido

Traducción de Misael Ruiz

Cuaderno de 1927 de Catherine Pozzi. Dibujo de Paul Valéry

La reciente publicación de los poemas de la poeta francesa Catherine Pozzi y de su correspondencia con Paul Valéry, El doble exilio, destaca tanto por tratarse de una traducción ajustada, fiel y hasta, en ocasiones, rimada, como por el ensayo introductorio, preciso y medido. 

Lo cierto es que se lee como un pequeño ensayo/poemario sobre el dolor inesquivable de Eros y la expresión a que obliga a sus dos serviteurs. Sin haber pose en ninguno de ellos, hay más desgarro literario en Pozzi que en Valéry, quizás porque, aunque hay idas y venidas y su correspondencia se alarga en el tiempo, se adivina una secreta esperanza en Pozzi que no logramos ver en Valéry. El dolor esperanzado habla más que el de la pérdida asumida, pero es menos profundo, me atrevo a suponer. 

Descubrimos con cierta pena que ese motivo tan hermoso del «vino perdido» que habíamos atribuido a la propia Pozzi estaba ya en un poema anterior de Valéry, que se sitúa casi al final de la edición. Y nos decimos tristes y, acaso, equivocados: articula su dolor con las palabras del amante. En líneas generales, en la poesía, y sobre todo en la prosa, de Valéry hay una cordura fría y acerada propia de aquellos en cuya inteligencia no hace mella la vida ni se embota el pensamiento. Lo dice el propio Valéry con suma claridad en una de sus cartas: «que el dolor se vuelva conductor»; una exigencia de orden, de horizonte en medio mismo de la ruina. Si «el espíritu es implacable», en sus propias palabras, él no lo es menos; de ahí, esa bienvenida a su peculiar y muy cartesiana mística. Podemos creerle cuando, refiriéndose a la correspondencia con Catherine Pozzi que esta ha ordenado destruir en su testamento, dice: «Prefiero que ahora ya sea todo humo, y aún así; en fin, ha sido un duro golpe esta carta». 

Por su lado, el poema «Vale» de Catherine Pozzi es conmovedor casi en su totalidad, como si en él hubiera destilado su pena dejando fuera lo que en efecto debe estar fuera, los gestos inútiles. La estrofa del vino perdido, los motivos del doble exilio y de la fusión o fundición y ese «amor para el dolor» que cierra el poema condensan la mirada de Pozzi sobre su propio dolor y dan la medida más genuina de su alcance poético.

Santiago Sanz

Vale

El gran amor que tú me habías dado

el viento de los días ha quebrado sus rayos; 

donde estuvo la llama, donde estuvo el destino 

allí donde estuvimos, allí donde nos dimos 

con fuerza la mano 

nuestro sol, cuyo ardor fue pensamiento, 

la órbita en que gira el ser incomparable 

el segundo cielo de un alma dividida 

doble exilio donde el doble se funde 

te parece un lugar de temor y ceniza,

tu mirada no lo ha reconocido

el astro encantado que hacía inalcanzable 

el instante extremo de nuestro abrazo 

a lo desconocido. 

Pero el futuro en que vivir esperas

es menos presente que el bien ya ido. 

Toda la vendimia que te conceda

no la podrás beber sin embriagarte 

del vino perdido. 

He reencontrado al fin lo celeste y salvaje, 

paraíso donde el ansia es deseo.

El excelso pasado que de año en año crece 

es mi cuerpo y será lo que herede 

cuando haya muerto. 

Cuando en un cuerpo tome mi deleite olvidado, 

donde estuvo tu nombre, forma de corazón 

viviré de nuevo nuestro gran día,

y este amor que yo te había dado 

           para el dolor. 

Correspondencia

[Catherine Pozzi a Paul Valéry] 

Montpellier, 5 de noviembre de 1920 


Paul –dejemos el otro nombre para los sueños– ya que esta noche muero pensando en ti, es necesario que lo sepas, que te lo jure: no he tenido más amante que tú. Pienso que seré tu última amante. No lo deseo. Qué importan ahora tus abrazos. Pero creo que no volverás a encontrar el amor. 

El extremo del amor, el que comporta todos los aspectos de la vida, la dulzura y la amistad, la ternura más absoluta, el placer, el pensamiento. El maravilloso paraíso de sangre y alma, que es imposible, el que todos cuantos han vivido han buscado: el que ibas a poseer, aquel sin el que tu vida te causará horror, será vana comedia. 

[Paul Valéry a Catherine Pozzi] 

París, 16 de noviembre de 1920 


El dolor que he causado al ser que más amo en el mundo [...] cuando faltas, estoy ausente. Estoy ausente, separado de mí, extraño, incompleto, otro. Te reencuentro y me reencuentro, con la ansiedad de lo que eres, otra inquietud, el miedo a no alcanzarte, y ese amor que hay que tener el valor de llamar una enfermedad del espíritu...

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CATHERINE POZZI  (1882-1934) fue narradora (Agnès), ensayista (Peau d'âme), diarista (Journal 1913-1934) y poeta (El doble exilio, 2018, Animal Sospechoso). La mayor parte de su obra fue publicada póstumamente. Mantuvo una larga relación epistolar con Paul Valéry. 


MISAEL RUIZ (Bruselas, 1960) es autor de los libros de poesía El hueco de las cosas (Trea, 2010), Todo es real (Pre-textos, 2017; premio Antonio Oliver Belmás), Una idea de mundo  (Animal Sospechoso, 2022) y La rama vacía (Animal Sospechoso, 2025). Ha traducido y editado la poesía de R.S. Thomas (Trea, 2008), Wilmer (Vaso Roto, 2011), George Herbert (Animal Sospechoso Editor, 2014, en colaboración con Santiago Sanz; premio de Traducción Ángel Crespo, 2015), Santayana y la poesía de Catherine Pozzi,  
El doble exilio (Animal Sospechoso Editor, 2018).

Publicado el 13/03/2019

Vale

La grande amour que vous m’aviez donnée

Le vent des jours a rompu ses rayons –

Où fut la flamme, où fut la destinée

Où nous étions, où par la main serrée

         Nous nous tenions

Notre soleil, dont l’ardeur fut pensée

L’orbe pour nous de l’être sans second

Le second ciel d’une âme divisée

Le double exil où le double se fond 

Son lieu pour vous apparaît cendre et crainte,

Vos yeux vers lui ne l’ont pas reconnu

L’astre enchanté qui portait hors d’atteinte

L’extrême instant de notre seule étreinte

         Vers l’inconnu.

Mais le futur dont vous attendez vivre

Est moins présent que le bien disparu.

Toute vendange à la fin qu’il vous livre

Vous la boirez sans pouvoir être qu’ivre

         Du vin perdu.

J’ai retrouvé le céleste et sauvage

Le paradis où l’angoisse est désir.

Le haut passé qui grandit d’âge en âge

Il est mon corps et sera mon partage

         Après mourir.

Quand dans un corps ma délice oubliée

Où fut ton nom, prendra forme de cœur

Je revivrai notre grande journée,

Et cette amour que je t’avais donnée

         Pour la douleur.

El gran amor que

me habías dado