Anxo Pastor

Hierba respirada

Etruscos

comenzó a escribir

el poema de la hierba 

¿Por qué Anxo Pastor abre «Hierba respirada» con una cita de los Salmos? «¡El hombre! Como la hierba sus días, / pasa por él un soplo y ya no existe». Pero esa hierba se convierte en aliento, en respiración. Somos hierba, pero hierba respirada. 

Pastor habla de lo que es ligero pero se obstina. De aquello que se pierde al contarlo, pero es oscuro e impalpable. De los hombrecitos azules que se esconden entre la niebla y de la extensión inabarcable del corazón. Del niño de corcho al que su madre no sabe qué leche darle y del rumor de las raíces. 

Hay escritores charlatanes, pero Pastor es condensado y afónico. Compone poemas con pocas palabras igual que hace dibujos con pocas líneas. Te habla de escritores que mueren bajo la nieve en el bosque como Robert Walser. Los títulos de sus libros prometen condensación y sombra: ArcanaEl caballo económicoSombra fértil

Habla de lo que calla pero persiste. De lo que rehúye las palabras pero duerme en ellas. De la parte hundida del iceberg. Del niño que remueve su sopa como si no tuviera fondo. Del tiempo en las ventanas. De libros sobre nubes y musgo. De las hojas desgajadas que son hombres extraviados. Saca el abismo de las palabras.

 El hombre es hierba, pero hierba respirada. Sus sillas son de ceniza, viaja por párpados desconocidos. Pero las brujas le hablan de huecos cálidos. Pero los lobos invisibles lamen su tierra. Y a veces damos con la inmensidad de un rostro. Y un monje poético sonríe y reza. Y los caballos surgen de las nubes. Y a veces tocamos la orilla de un canto. El amor es de niebla, pero la niebla es amor. El poeta yerra entre la niebla y escribe el poema de la hierba. Y late el fondo: «Quizás antes de la llegada / surjan cosas». El hombre es hierba, pero hierba respirada. 


Antonio Gómez Costa

En el bosque viejo



La niebla se desvanece

y los hombrecitos azules

se hacen nítidos.

Pasa la luz entre las hojas

y como inocentes caballos

estiran sus cuellos. 

Beben todo el azul de los charcos,

cristal misterioso,

vasta extensión inabarcable

del corazón.

La sopa

Remueve con la cuchara la sopa

sin encontrar el fondo,

remueve un lago o un pantano

de aguas verdinegras.

Sin signos de proeza, 

remueve con la cuchara

su sopa

tibia

negra 

insomne.

Ladera

Las piedras se refugian en su música,

el aprendizaje es lento.

Sólo escarbamos, sólo arañamos.

Las nubes no liberan sus caballos.

Las sombras de oro antiguo

se han vuelto cenicientos lomos

de animales dormidos. 

Todos los días viajamos sin rumbo

por desconocidos párpados.

Tres brujas

En horas imprecisas

vienen a comer a mi mano

tres brujas vestidas de palomas.

Son suaves con plumas de un raro blanco, 

picotean con desdén, susurran

me cuentan...

Ponen todo su afán y su sabiduría en decirme

el buen sabor que ahora tiene el trigo, 

el calor, la ternura de la mano, 

ese hueco cálido como un nido. 

En las horas imprecisas

vienen a resucitarme tres brujas buenas, 

me lo afirman sus canciones, 

sus escobas, 

su olor de azufre de mentira.

Qué elásticos y prometedores

son nuestros deseos, 

qué necesarias estas brujas voladoras, 

estas confidentes de lo visible envilecido. 

Lobo

Huye invisible lobo, 

envuélvete en el nido de la niebla, 

cruza esa gruta

de los oscuros días. 

Huye, 

aléjate, 

mira el perfil lejano

de la nube y el abedul

y cómo el mar pule su blancura. 

Extraño de ti mismo, 

huye,

lame con tu lengua toda esta tierra. 

Hazte mañana, 

primavera suave. 

Nubes

Cabezas de caballos

sobre hombres borrosos. 

La casa se ilumina, 

y una rama escucha la respiración 

de la piedra. 

Silenciosas pasan las nubes. 

Los párpados ocultan sus prodigios

el oro concentrado de los días, 

el gran rumor de las raíces. 

Hierba respirada

De una aldea a otra

en caminos de niebla,

comenzó a escribir

el poema de la hierba. 

Quizás antes de la llegada

surjan cosas...

Intemperie

Duerme sobre cartones

con la radio en la mano. 

                          Temblorosa...

                                           Flor y herida.

Balouta

Tintas de tierra

como venas de prado

te dicen al oído

no puntuar

como no puntúa el murmullo de los árboles

y su dorado aire

La claridad no ha llegado del cielo

la claridad no es un fruto

No puntuar

regresarás

vientre de nieve y tierra

Se escucha un eco

Balouta

nido de la mano


 [Inédito]

                                           

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ANXO PASTOR (1959) dirige la galería de arte Arcana, en Vilagarcía de Arousa. Coordinó e ilustró la página de poesía del Faro de Vigo y, en la actualidad, coordina e ilustra La nube habitada, en la revista digital Fronterad. Ha publicado los libros de poesía Os poemas da secta (1987), Arcana (1993), O cavalo económico (1998), Sombra fértil (1999) y Hierba respirada (Trea, 2018). 

Publicado el 07/01/2019

No bosque vello

A néboa esvaécese

e os homiños azuis

fanse nidios.

Pasa a luz entre as follas

e como inocentes cabalos

estiran os seus pescozos.

Beben todo o azul dos charcos,

cristal misterioso,

basta extensión inabarcable

do corazón.

A sopa

Remexe coa culler a sopa

sen atopar o fondo,

remexe un lago ou un pantano

de augas verdinegras.

Sen signos de proeza

remexe coa culler

a súa sopa

morna

negra

insomne. 

Ladeira

As pedras refuxianse na súa música,

a aprendizaxe é lenta.

Só escarvamos, só rabuñamos.

As nubes non liberan os seus cabalos.

As sombras de ouro antigo

voltáronse cinzentos lombos

de animais durmidos.

Todos os días viaxamos sen rumbo

por descoñecidas pálpebras.

Tres bruxas

En horas imprecisas

veñen comer á miña man

tres bruxas vestidas de pombas.

Son dondas con plumas dun raro branco,

peteiran con desdén,

murmuran,

cóntanme …

Poñen toda a súa ansia e sabedoría

en dicirme,

o bo sabor que agora ten o trigo,

a calor, a tenrura da man,

ese oco morno como un niño.

En horas imprecisas

veñen a resucitarme

tres bruxas boas,

afírmanmo as súas cancións,

as súas vasoiras,

o seu cheiro de xofre de mentira.

Que elásticos e prometedores

son os nosos desexos,

que necesarias estas bruxas voadoras,

estas confidentes do visible envilecido.

  

Lobo

Fuxe invisible lobo,

envólvete no niño da néboa,

cruza esa cova

dos escuros días.

Fuxe,

afástate,

olla o perfi lonxano

da nube e o bidueiro

e como o mar pule a súa brancura.

Estraño  de ti mesmo,

fuxe,

lambe coa túa lingua toda esta terra,

faite mañá,

primeira neve.

Nubes

Cabezas de cabalos

sobre homes borrosos.

A casa ilumínase

e unha rama escoita a respiración

da pedra.

Silandeiras pasan as nubes.

As pálpebras ocultan os seus prodixios,

o ouro concentrado dos días,

o gran rumor das raíces.

Herba respirada

Dunha aldea a outra

en camiños de néboa,

comenzou a escribir

o poema da herba.

Quizais  antes da chegada

xurdan cousas…

Intemperie

Dorme enriba dos cartóns

coa radio na man.

                          Tremente …

                                       Flor e ferida.

Balouta

Tintas de terra

como venas de prado

dínche ao oído

             non puntuar

como non puntúa o murmullo das árbores

e o seu dourado aire

A claridade non chegou do ceo

a claridades non é un froito

Non puntuar

voltarás

ventre de neve e terra

               Escoitase un eco

Balouta

                Niño da man